La Asamblea General de las Naciones Unidas, en su resolución 66/127 designó el 15 de junio «Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez», definiéndose este último como un acto único o repetido que causa daño o sufrimiento a una persona de edad, o la falta de medidas apropiadas para evitarlo, que se produce en una relación basada en la confianza.
En México, la Ley Federal de los Derechos de las Personas Adultas Mayores y en Coahuila la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores del Estado, refieren que una persona adulta mayor es aquella que tiene 60 años o más. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud establece que en los países en vías de desarrollo una persona adulta mayor es la que tiene 60 años, mientras que en un país desarrollado, es alguien de 65.
Así, cuando se considera a este sector de la población, la violencia hacia los adultos mayores puede adoptar diversas formas, como el maltrato físico, psíquico, emocional o sexual y el abuso de confianza en cuestiones económicas. También puede ser el resultado de la negligencia, sea ésta intencional o no, y el abandono. Para erradicar esta problemática es necesario que se eliminen los estereotipos y los estigmas sobre el envejecimiento y que se propicien dinámicas familiares sanas que permitan construir puentes intergeneracionales que nos lleven a eliminar y prevenir el maltrato en la vejez.
Entre 2015 y 2030, se espera que en todos los países aumente sustancialmente el número de ancianos. Este crecimiento será especialmente rápido en las regiones en vías de desarrollo. Si crece el número de personas mayores, se espera también que aumenten los abusos de los que esta población es víctima.
Si bien es un tema tabú, el maltrato a los ancianos ha comenzado a ganar visibilidad en todo el mundo, a pesar de que sigue siendo uno de los tipos de violencia menos tratados en los estudios que se llevan a cabo a nivel nacional y menos abordados en los planes de acción, pues por lo general estas situaciones no se denuncian, debido, en parte, a la vergüenza que sienten las víctimas o su incapacidad para dar a conocer formalmente estos hechos. Regularmente porque la víctima no acepta que está siendo maltratada, o teme posibles represalias si denuncia; porque el victimario es el único familiar cercano, la víctima considera que esa actitud es temporal o no quiere que su familiar o cuidador vaya a la cárcel; o debido a que algunos adultos que sufren maltrato, ignoran dónde deben acudir para denunciarlo o su condición física o cognitiva les impide alertar sobre lo que está sucediendo. Así, la mayoría de los datos disponibles provienen de encuestas realizadas directamente a estas personas.
Por ello, se considera que el maltrato a personas mayores es un problema social mundial que afecta la salud pública y los derechos humanos de millones de ancianos en todo el mundo, pues daña a la familia, a la sociedad y a las instituciones, ya que el impacto negativo en la salud física y emocional de la víctima es inmediato, y su atención representa un costo económico considerable, mereciendo la atención de la comunidad internacional.
Por fortuna, las perspectivas de derechos humanos y de género se han sumado al estudio de este fenómeno favoreciendo su conocimiento y atención. Ello aunado al interés de asociaciones civiles e instituciones públicas y privadas que trabajan violencia, favoreciendo la generación de nuevas políticas públicas orientadas a combatirlo, siendo importante la sensibilización e identificación del daño que causa el maltrato para emprender acciones que lo erradiquen cuanto antes.