Son muchas las maneras en las que las mujeres han intervenido para tratar de poner fin a la violencia y transformar los conflictos en oportunidades de crecimiento y desarrollo para sus sociedades. Las mujeres han denunciado las consecuencias que los conflictos armados tenían para la población civil, han creado redes de apoyo y han iniciado campañas de presión contra los actores armados para que éstos pongan fin a la violencia. Así, desde su identidad como tales y su propio orden socio simbólico, desde el que es factible trascender determinadas divisiones sociales, han demostrado que resulta posible trabajar juntas por la Paz. Desde que en abril de 1915, en plena Primera Guerra Mundial, se celebrara en La Haya el I Congreso Mundial de Mujeres, miles de mujeres han trabajado en favor de una Cultura de Paz. En dicho Congreso, más de 1.000 mujeres procedentes de 12 países, se reunieron durante varios días, convencidas de que el logro de la PAZ, la IGUALDAD y la JUSTICIA eran objetivos inseparables, debatieron y denunciaron el horror de la guerra, elaboraron estrategias de paz e intentaron encontrar un mecanismo de mediación inmediato para detener la guerra. Este Congreso marcó el inicio del movimiento internacional de mujeres por la paz, del feminismo pacifista y antimilitarista con vocación internacionalista.Así, el Día Internacional de las Mujeres por la Paz y el Desarme se instauró el 24 de mayo de 1982 por impulso de grupos de mujeres pacifistas en Europa, en conmemoración de las campañas realizadas por las británicas que, en 1981, se opusieron a las estrategias militaristas de la OTAN y a la instalación de sus bases militares.
Esta fecha se conmemora como un medio para fomentar la toma de conciencia para la desmilitarización de la sociedad, visibilizar el rol de las mujeres en los conflictos armados, mostrar los esfuerzos de las mujeres por la construcción de una cultura de paz, y convocar a los Estados a apoyar las iniciativas desarrolladas por las mujeres en favor de los derechos humanos.
Es importante resaltar la especial vulnerabilidad de las mujeres en las guerras, la cual no es debido a su condición de mujeres, sino a factores vinculados a la violencia sexual, degradación y humillación que sufren al ser utilizadas como objetos sexuales y botín de guerra; por la discriminación y pobreza que acarrean los conflictos armados; por riesgos específicos en situaciones como embarazo, lactancia; porque enviudan y se convierten en el único pilar sustentador de la familia; entre otros, sin que por supuesto su papel dentro de las guerras se reduzca sólo a su condición de víctimas, pues son constructoras de paz, supervivientes, sustentadoras de las familias y mantenedoras de la vida de la comunidad. En algunos casos, no obstante, también son combatientes.
Hoy en día, a pesar de la insistencia de muchos grupos de mujeres antimilitaristas de dejar de enfrentar los conflictos con violencia, invasión, autoridad, exclusión o eliminación tanto en la casa, en la política como en la economía, el mundo continúa armándose, incrementándose los gastos militares a escala mundial debido a los proyectos armamentistas de varios países como son EEUU, China y Francia.
«Las mujeres estamos cansadas de parir vida para la guerra, desactivemos todos los artefactos de la guerra, los de hierro, los de la palabra que la incitan, los del olvido». Alicia Barbero Domeño, Investigadora de la Escuela de Cultura de Paz. Universidad Autónoma de Barcelona.